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¿Cómo aprenden los niños a manejar sus emociones?

Consejos

 

Artículo por: Andrea Cardemil. 

Los niños no nacen sabiendo manejar sus emociones. Aprenden a hacerlo de manera paulatina y progresiva, en la medida que su cerebro va madurando y les vamos enseñando a hacerlo. La mayoría de los autores plantean que este aprendizaje se da entre el nacimiento y finales de la adolescencia.

 

Los niños nacen con su cerebro tremendamente inmaduro, por lo que no son capaces de regular sus emociones por si mismos. Cuando sienten una emoción desagradable (rabia, pena, miedo), la expresan sin entender lo que les pasa y sin saber qué hacer para sentirse mejor. Por esta razón, necesitan que su cuidador los ayude a entender lo que les ocurre y los ayude a recuperar la calma.

 

Lo bonito, es que cada vez que ayudamos a un niño a calmarse, indirectamente le enseñamos cómo hacerlo.Veamos un ejemplo:

 

Tu hijo se enoja porque se le cae su torre de cubos. Tu te das cuenta y le dices “te dio rabia que se te cayera la torre”. Luego lo tomas en brazos, lo meces y respiras con él para ayudarlo a calmarse. Tu hijo se calma y vuelve a jugar.

 

Gracias a tus palabras, tu hijo aprendió que ese malestar que siente se llama “rabia”. Gracias a tu calma y acogida, aprendió que no pasa nada malo con sentir rabia y expresarla. Y gracias a tu respiración, que puede respirar para calmarse.

 

Con el tiempo, tu hijo irá internalizando estos aprendizajes y haciendolos suyos. Y cuando sea grande y no estés a su lado, cuando se enoje, va a identificar lo que le pasa y respirará para mantener la calma.

 

La otra gran fuente de aprendizaje es nuestro ejemplo. Los niños al vernos estresados y qué hacemos con lo que sentimos aprenden de si es bueno o no expresar lo que nos pasa, de qué forma se expresa nuestro malestar (de manera controlada o descontrolada) y qué hacer para sentirnos mejor. Por ejemplo, si al vernos llorar les decimos “no pasa nada, me entró un bicho en el ojo”, aprenderán que no es bueno sentir pena y que cuando uno está triste debe simularlo.

 

Finalmente, también sirve hablarles de las emociones y leerles cuentos que ayuden a identificarlas y manejarlas. Pero esta fuente de aprendizaje es menos importante que las otras dos, ya que apunta a un aprendizaje más cognitivo que vivencial. No sacamos nada con leerles un cuento acerca de lo importante que es manejar la rabia, si cuando hacen una pataleta los ignoramos o cuando nos enojamos nos descontrolamos.

 

Antes de terminar, quisiera recalcar que el aprendizaje es paulatino y progresivo. No depende de una sola experiencia de regulación, sino de lo que hacemos la mayoria de las veces a lo largo del tiempo. Por una parte esto significa que tu hijo irá aprendiendo de a poco a regular sus emociones. No le podemos pedir a un niño de dos años que regule la rabia de la misma manera que uno de cinco o uno de doce años. Y por otra parte, que somos seres humanos y no siempre reaccionaremos bien ante el estrés de nuestros niños o no siempre seremos un buen ejemplo. Somos seres humanos y estamos lejos de ser perfectos. Lo importante es lo que hacemos la mayoria de las veces y reparar cuando nos equivocamos.

 

No siempre es fácil regular. Pero por todos los beneficios que tiene, vale la pena intentarlo. Sin duda es uno de los mejores regalos que les podemos entregrar a nuestros niños.