Hacia un mundo nuevo

La función del juego en el desarrollo integral de un niño: ideas para jugar con nuestros hijos.

Consejos

 

Artículo por: Carolina Harris.

 

El juego, es de vital importancia para la salud y el desarrollo del niño. Si bien surge de momentos de alegría compartida, es mucho más que diversión: a través de la repetición de experiencias lúdicas el niño va fortaleciendo las distintas áreas de su cerebro; va adquiriendo nuevas destrezas, se familiariza con nuevos estímulos sensoriales y explora el mundo de forma segura, aprendiendo a desarrollar y planificar su actividad motora, la regulación de sus emociones, conducta y su interacción con otros.

 

Es por esto, que tenemos que “tomarnos en serio” el juego: sobre todo aquel que se produce en interacción con los principales cuidadores. Así como los adultos nos comunicamos a través de la palabra, el juego es la mejor herramienta que tenemos para encontrarnos con nuestros hijos desde el lenguaje que ellos conocen, y desde el cual construimos nuestros cerebros a través de interacciones cada vez más complejas.

 

En esta nota, quisiera aclarar que la palabra “juego” es tan amplia como todas las posibilidades existentes, cada una con múltiples beneficios. La riqueza justamente está en acomodar cualquier actividad, objeto y/o interacción a la exploración segura del niño, respetando su integridad y niveles de tolerancia. Existen, por ejemplo, el juego libre y espontáneo (hacer lo que el niño quiera con bloques), el juego con foco en fortalecer el vínculo entre el niño y su cuidador, el juego que se centra en desarrollo de las interacciones sociales con otros pares, el juego de actividad física y movimientos que son un poco más bruscos, más intensos o ruidosos (siempre con respeto al niño) y muchos otros.

 

También aclarar que el juego es beneficioso para todos, no sólo para los niños: tanto los bebés como los adultos también podemos participar de esas interacciones. Los bebés pequeños, por ejemplo, realizan sus primeras invitaciones al juego cuando se miran a los ojos con sus cuidadores y pueden disfrutar de esa relación. Mientras más repetimos esa experiencia, más garantía le damos de que es un encuentro seguro y que puede generar goce y conexión. Así se va desarrollando entre ellos un juego cada vez más complejo y enriquecido en funciones del desarrollo.

 

Es importante destacar que esta sincronía se produce en estados de relativa calma y regulación del bebé; cuando está preparado para recibir esa interacción (es por eso que es muy difícil que nos resulte jugar con un bebé cuando está llorando de hambre y que esté siendo difícil de calmar) y con un adulto familiar con el que se sienta seguro. (Es por eso que algunos juegos con bebés pequeños pueden resultar con sus padres y no con desconocidos).

 

Algunos juegos que pueden servir por edad:

 

6-18 meses: Focalizar la atención y practicar el autocontrol de forma inicial.

-Juegos sobre el regazo de sus cuidadores, que sean predecibles y que guíen la conducta del adulto y el niño. Jugar al “está-no está” (peekaboo), “caballito blanco, llévame de aquí” etc.

-Juegos de imitación y reconocimiento facial muy simple donde el cuidador imita la cara del bebé o ciertas emociones.

 

-Canciones y juegos con las manos: “Este dedito compró un huevito”. “Araña, arañita, sube la escalera”, “las manitos, ellas se saludan y se van”.

 

18-36 meses: El lenguaje ocupa un lugar importante en el juego, en el desarrollo de funciones del cerebro y su regulación emocional.

-Juegos de actividad y desarrollo motor: balances, saltos, canciones con imitación de movimientos dirigidos por adultos. (Yo tengo un tallarín).

-Contar historias e imaginar: Contar situaciones en las que estuvieron presentes, ayudar a verbalizar emociones, libros de cuentos etc.

-Armado de torres, uso de bloques y puzzles de fácil complejidad.