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Crianza compartida: El nuevo factor protector en la crianza

Consejos

 

Artículo por Andrea Cardemil.

 

Cuarenta años de investigación han demostrado de manera consistente que la crianza compartida tiene importantes beneficios en el desarrollo de los niños y en los procesos de adaptación tanto de los padres como de los hijos (por ejemplo ante la llegada de un hermano).

Dentro de los beneficios más importantes se ha visto que la crianza compartida influye en la seguridad del apego, en el comportamiento de los niños en el colegio, en la calidad de las prácticas parentales (por ejemplo, cuán bien establecemos límites, o cuán bien contenemos a los niños)  y en los estados emocionales de los padres.

Estos beneficios han hecho que la crianza compartida ocupe un lugar cada vez más importante en las vidas familiares, dejando atrás viejos patrones y estilos relacionales.

 

Pero…  ¿Qué es la crianza compartida?

Se dice que la crianza es compartida cuando existe una buena relación de coparentalidad entre las figuras parentales. La coparentalidad es la relación de apoyo y coordinación que establecen los cuidadores para llevar a cabo la crianza de los hijos.

Se dice que la coparentalidad es buena, cuando prima el apoyo y la coordinación entre las partes, y negativa, cuando prima el desacuerdo, el conflicto y la desestimación.

Es importante aclarar, que en la relación de coparentalidad no importa si los padres son pareja, fueron pareja o nunca lo han sido. Si se llevan bien o mal como pareja. La coparentalidad alude únicamente a la relación que establecen dos personas como figuras parentales.

Lo otro que es importante de aclarar, es que la crianza compartida no implica necesariamente que los roles parentales sean iguales o que el niño tenga que estar la misma cantidad de tiempo con cada uno de sus cuidadores (como se tiende a pensar cuando los padres se separan), sino que hay un trabajo en equipo y un acuerdo satisfactorio entre las partes de cómo satisfacer las necesidades de sustento, protección, desarrollo físico y emocional de los niños.

 

Pilares para lograr una buena coparentalidad

Mark E. Feinberg, experto en el tema, plantea que para que haya una buena coparentalidad, debe haber acuerdo en la crianza, división del trabajo, soporte y buena gestión familiar. Veamos cada uno de estos puntos por separado.

El acuerdo en la crianza alude al grado en que los padres están de acuerdo en los temas relacionados con los niños: valores, expectativas de comportamientos, estilo de disciplina, necesidades emocionales, prioridades educativas, etc.

El autor plantea que el desacuerdo en sí no es un problema. Que cuando hay una buena relación de coparentalidad, las figuras parentales acceden a pensar distinto en ciertos aspectos, pero se apoyan, negocian y adoptan compromisos.

La división del trabajo alude a la distribución de responsabilidades relacionadas con el cuidado de los niños y las tareas del hogar. Se ha visto que la satisfacción en la división de tareas influye en los estados emocionales de los cuidadores, especialmente en momentos de cambio y crisis. (Por ejemplo, con la llegada del primer hijo).

El soporte es el grado en que las figuras parentales se apoyan mutuamente. Esto tiene que ver con reconocer al otro en su rol, valorar sus contribuciones y respetar su punto de vista. Cuando no hay una buena coparentalidad, los cuidadores se culpan, critican y devalúan entre sí.

Finalmente, la gestión familiar apunta a cuán capaces son los padres de contener el conflicto ante los hijos y no involucrarlos, establecer límites con otros familiares, organizar los tiempos, etc.

Sabemos que no siempre es fácil ponerse de acuerdo, dividirse las tareas y trabajar en equipo, pero teniendo en cuenta los beneficios que tiene la crianza compartida tanto para los niños como para los cuidadores, vale la pena hacer el esfuerzo.

La coparentalidad, como cualquier relación se puede trabajar y mejorar día a día.